En el cerro de Maco, en el corazón de los montes de María el canto de los mochuelos sonó muy diferente la mañana de hoy enero 28 de 2.023, sus trinos no tenían la alegría de todos los días, eran notas nostálgicas, marcadas con reflejos sutiles de melancólica evocación, que mas parecían querer pregonar y que fuera el viento suave la mañana quien se encargara de esparcir el óbito mensaje: ADOLFO PACHECO había muerto lejos de su natal San Jacinto del alma.
OYE…. como tituló una de sus canciones, el juglar se ha ido, el maestro se ha ido para siempre… parecían decir en sus trinos las aves canoras que una vez inspiraron hermosos versos.
LA HAMACA GRANDE, más grande que el cerro de Maco esta vez mecerá la tristeza de los San Jacinteros que lloraran sin consuelo el trágico deceso de este hijo de la tierra amada, gran compositor y amante del GALLO BUENO, como los buenos de su pueblo.
Entre sus mas de 140 composiciones se destacan ‘La hamaca grande’, “El Bastardo”, ‘El viejo Miguel’, ‘El Mochuelo’, ‘Mercedes’, ‘El Cordobés’ ‘Tu cabellera, El profesor, Mi niñez y Me rindo Majestad, sonado éxito que revivió sus amores, declarándose vasallo con condiciones de una reina concebida en el imaginario de su amplio y variado repertorio. ’.
“Segun cuentan los anales”, -dice una de sus canciones- Adolfo Pacheco Anillo había nacido el 8 de agosto de 1940 en San Jacinto – Bolívar, en el hogar conformado por Miguel Pacheco y Mercedes Anillo. Era músico, compositor y cantautor del género vallenato. Su talento fue descubierto por su abuelo paterno, Laureano Antonio Pacheco Estrada, quien era tamborero de gaita e hizo parte en sus inicios de los famosos Gaiteros de San Jacinto. .
Adolfo cursó su bachillerato y terminó sus estudios superiores en el Colegio Fernández Baena de Cartagena. Recibió con honores su diploma de Bachiller Académico de manos del rector y propietario del plantel Dr. Alberto Elías Fernández Baena. Se graduó de abogado en la Universidad de Cartagena y la Universidad Popular del Cesar le otorgó el doctorado Honoris Causa.
El maestro recibió además de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata la declaratoria de Compositor Vitalicio en el año 2005.
Se ha ido un grande, las notas de los acordeones gimen con el mismo dolor que un día lloraron a Calixto Ochoa y a Eduardo Lora, entrañables amigos y coterráneos del fallecido maestro Pacheco.
Las montañas de María manifestaron su sentir en el viento que mugía entre su follaje para decirle a San Jacinto, nosotros también sentimos el dolor de la postrera despedida.
Ve con Dios Adolfo y que la Virgen te guie.
Paz en tu tumba.
Máx Porto Herrera.