EL CENTURION DE LA NOCHE (ALVARO JOSE ARROYO) Q.E.P.D.

En el barrio Nariño, sector Lo amador, calle del Espinal, de la heroica Cartagena de Indias, un Primero de Noviembre de aquel lejano 1955 nace este cristiano quien posteriormente en el ámbito musical se conocerá como JOE ARROYO o simplemente EL JOE.-
El JOE cantante y compositor de salsa, música tropical y Cumbias, es considerado uno de los más grandes intérpretes de música en Colombia.
Sus canciones fueron éxito a nivel nacional e internacional, sus múltiples discos de oro a lo largo de su carrera, hablan acertadamente de la valiosa aceptación del publico. 18 congos de oro y 4 super congos en el festival de
Orquestas del Carnaval de Barranquilla, no se consiguen sino con un duro y acertado trabajo. Entre sus canciones más relevantes destacan: «La rebelión», «Tania», «Mary», «En Barranquilla me quedo», «El ausente»,
«Tumbatecho», «Manyoma», «La noche», «La rumbera», «La guarapera», «El trato», «Con gusto y ganas», entre otras. ​Álvaro José era verdaderamente “El centurión de la noche” entre otras cosas por la costumbre de dormir de día y estar despierto de noche, incluso para grabar sus álbumes.

Joe pasó de ser un muchacho nacido de cuna y barrio pobre, con todas las penurias del mundo, que braveaba desde muy joven en todo ese entorno callejero, a lograr convertirse en uno de los mayores ídolos de la música colombiana, primero como voz líder de la legendaria agrupación “Fruko y sus Tesos” (además de corista para un sinnúmero de grabaciones de la casa Fuentes) y luego como cabeza de su propia orquesta, La Verdad.

El Joe se convirtió en un artista único, capaz de hacer nuevamente populares los géneros musicales de la costa Caribe (cumbias, chalupas, chandés), de crear un nuevo ritmo que denominó “Joesón” (con algo de chandé, reggae, salsa y mucho de kompa haitiano) y de convertirse, sin ninguna duda, en la mejor voz que ha dado la salsa de nuestro país.
Sus quebrantos de salud, en gran parte por sus adicciones a las drogas, hicieron que su físico se fuera deteriorando cada vez más y que su carrera empezara una decadencia evidente para todos.

¿Quién mató al Joe? se queda con una profunda sensación de tristeza, pues es evidente que los últimos años de una de las glorias de la música de Colombia no fueron, para nada, los mejores. De hecho, luego de conocer las
arbitrarias y cuestionables posturas de quienes estaban alrededor del músico, se puede pensar que se hubiera podido hacer mucho más por él y que de haber tomado medidas radicales (llevarlo a un centro de rehabilitación, por ejemplo), el artista estaría todavía con nosotros.
Las razones de la visible decadencia física y personal del cantante, la cual se desató por una combinación de problemas sentimentales, adicción al bazuco y al crack y otros problemas de salud que con el correr del tiempo le
afectaron su voz, su físico y su cabeza a tal punto que en sus últimos años el artista, apenas empezando su quinta década de vida, parecía un anciano de veinte o treinta años más.

Pero quien se lleva la peor parte de las acusaciones es Jacqueline Ramón, la última esposa de Arroyo, pues a pesar de que sus anteriores parejas son blanco también de buena parte de las críticas (de hecho, hay una entrevista a Mary Luz Alonso, la célebre musa de “Mary”, quien acepta que cometió grandes errores con su marido, los cuales, incluso, la llevaron a la cárcel.

No hay duda de que Ramón continuó junto al nuevo manejador Luis Ojeda –a quien acusan de ser un títere de Ramón–, firmando presentaciones del artista sin pensar en algún momento en la precaria salud de su esposo
(como ocurrió con esa última y dramática presentación de Arroyo en la capital del país con motivo de la promoción de la novela sobre su vida).

También se acusa a Ramón de aislarlo de otros familiares y amigos y de manipular a Arroyo para que le firmara los derechos de sus canciones, con lo cual, incluso, el artista podía tener mayor valor muerto que vivo. Mejor dicho, si se ven las cosas en blanco y negro, Jacqueline Ramón es, para Mauricio Silva, la mala de la historia. El libro también se refiere al intento de suicidio de una de sus hijas, al profundo dolor que al artista le causó la muy prematura muerte de su hija Tania, a las dificultades que tuvo para grabar por sus precarias condiciones de salud y al drama en que se volvieron sus presentaciones artísticas.

Todas esas acusaciones, sin embargo, no dejan de lado, por supuesto, que el principal responsable de la muerte de Joe fue el mismo Joe, pues se autodestruyó de tal manera que su decadencia se prolongó por muchos años, lo cual varios pudimos ver con claridad en esas presentaciones que mostraban a un artista con una voz acabada, muy poca energía en la tarima y una transformación física impresionante. Y da mucho dolor haber presenciado eso mientras que artistas que son cinco, diez o quince años más viejos que Joe ( Andy Montañez, Oscar D’León, Rubén Blades, Willie Colón…) continúan hoy en día trabajando con la misma energía de hace veinte, treinta o cuarenta años.
Finalmente sus numerosos “descuidos” lo llevaron al sepulcro y es así como un 26 de julio de 2011, Barranquilla y el mundo lloraron su partida final de este mundo. Su legado musical es tan intenso como inigualable.