A DOS AÑOS DE COVID-19 EN COLOMBIA.

Luego de los análisis practicados a una paciente de 19 años de edad, procedente de Milán, Italia, el 6 de marzo de 2020 el Ministerio de Salud y Protección Social confirmó el primer caso de Covid-19 en Colombia.

De inmediato se prendieron las alarmas y comenzó a trabajarse en un plan de respuesta ante el ingreso del peligroso virus al país que a la fecha ha cobrado la vida de 139.037 personas y ha contagiado a 6.070.616 quienes por la gravedad de los síntomas colapsaron la atención en los hospitales poniendo a prueba a los trabajadores de la salud que incansables y en turnos de 24 horas por falta de personal, luchaban contra lo desconocido para salvar vidas en medio de las falencias de la red hospitalaria. Muchos murieron tras contagiarse, otros renunciaron.

Una vez detectado el primer caso se fueron conociendo cifras alarmantes de contagio en todas las ciudades y el temor a morir se apoderó de los colombianos. Cartagena de Indias reportó la primera muerte de un taxista como consecuencia del virus que obligó a tomar medidas restrictivas, decretar toque de queda y el uso obligatorio del tapabocas para frenar la velocidad de contagio.

Para entonces el concejal Cesar Pión González había advertido el peligro que corría la ciudad por su condición turística, sin embargo la advertencia no tuvo mucho eco porque se pensaba que un virus que apareció en la China no tendría tanto alcance pero en solo cuestión de días, la OMS declaró que estábamos frente a una pandemia. Dos años después en el mundo han muerto 5.993.124 personas y se han contagiado 444.405.503.

Familias enteras permanecieron encerradas en sus casas y no había un solo producto que no se lavara con abundante jabón para evitar el contacto con el peligroso virus que ataca las vías respiratorias.

Era obligatorio cambiarse de ropa una vez se llegara de la calle y bañarse de inmediato para eliminar cualquier riesgo. La gente comenzó a llegar masivamente a los centros comerciales y plazas de mercado para abastecerse de productos de primera necesidad sin que faltara el Alcohol, jabón y tapabocas, cuyos precios para ese entonces se dispararon de manera alarmante.

Las solitarias calles infundían miedo, desesperanza, era una ciudad fantasma. Se dejaron de recibir visitas y ante cualquier asomo de fiebre o gripa, era imposible no pensar en Covid-19. En las casas solo se atendía y con todos los protocolos de bioseguridad a quienes desafiando el peligro prestaban sus servicios como domiciliarios.

Indudablemente el mundo cambió, durante dos años los estudiantes recibieron clases virtuales y se implementó el trabajo desde casa, a veces las redes colapsaban y el gran temor entonces era quedarse incomunicado. También daba mucho miedo que se presentará un daño en la tubería del acueducto pues había que estar lavándose las manos a cada rato y sin el precioso liquidó como en efecto sucedió, era más complicada la situación.

Todos los medios de comunicación informaban en cifras el número de contagios y de muertes diarias. El control se le salió al Gobierno de las manos, quedó al descubierto el precario servicio de salud que no contaba con los elementos suficientes para atender la demanda de pacientes. Se cerraron los aeropuertos, las vías marítimas y terrestres, hubo ruptura de familias que quedaron atrapadas en otras ciudades o países porque no había forma de viajar. Las video llamadas eran el único consuelo para sentirse más cerca.

Los científicos de todo el mundo se dieron a la tarea de buscar la cura y crearon los biológicos en tiempo récord que hoy le están quitando fuerzas al virus y salvando vidas, pues el número de muertos ha bajado al igual que los contagios. Los días corrían, la gente estaba muriendo y la única esperanza de salvación eran las vacunas.

El primer lote que llegó al país vía área se convirtió en todo un acontecimiento, “era el vuelo de la esperanza”. Comenzó la vacunación al personal de salud, salvar a la primera línea de batalla era el objetivo principal. Posteriormente se fue vacunando al resto de la población por edades. Las metas del Plan Nacional de Vacunación se están cumpliendo y gracias a ello comenzó la reactivación económica. Es como el comienzo de un nuevo amanecer, estar vivos ya es una victoria.