La confianza de los consumidores no había alcanzado antes niveles tan bajos.
Colombia afronta la peor recesión en un siglo como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 y su PIB caerá entre el 6,1 % y el 7,9 %, en el escenario más sombrío, indicó este miércoles la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En su informe semestral de perspectivas, la organización augura el mayor desplome en el caso de que el coronavirus tenga una segunda ola a finales de este año, lo que además retrasaría la recuperación en 2021, cuando su PIB subiría de forma “gradual” apenas un 2,8 %.
En caso de que la pandemia no conozca un rebrote, la contracción de la economía sería del 6,1 % en 2020 y la recuperación más intensa el que viene, con una mejora del PIB del 4,3 %.
A las medidas de confinamiento dictadas por el Gobierno para contener la pandemia, Colombia suma la contracción económica mundial, que impactó en sus exportaciones, la caída de los precios del petróleo y el endurecimiento de las condiciones financieras.
Pese a que la Covid-19 tuvo menor incidencia sanitaria en Colombia que en otros países vecinos por la rápida reacción del Gobierno y porque su población es muy joven, la pandemia provocó un desplome del PIB del 2,4 % en el primer trimestre del año, con un importante freno de la demanda, tanto exterior como interna.
Confianza y empleos en mínimos
La confianza de los consumidores no había alcanzado antes niveles tan bajos y el empleo registró mínimos históricos, a lo que se sumó un desplome de los mercados financieros, una explosión de la prima de riesgo y un devaluación del peso fomentado por la salida de capitales.
El Ejecutivo adoptó una serie de medidas que amortiguaron el impacto de la crisis, sobre todo en los sectores más deprimidos y que, a posteriori, “ayudarán a la recuperación gradual de la economía”, señala la OCDE.
La mejora, agrega, vendrá por un repunte en la confianza de los consumidores y un gradual restablecimiento de la inversión, a lo que contribuirá la bajada fiscal a las empresas adoptada en 2019.
Pero la caída de la demanda externa mantendrá débil el comercio y aumentará la vulnerabilidad de los precios de los productos básicos, que ya son muy bajos.
El incremento del déficit público y de la deuda encarecerá el acceso al crédito y amenaza con intensificar las salidas de capital, lo que se verá amortiguado por la reciente línea de préstamos renovada con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La OCDE preconiza una política fiscal que apoye a los servicios sanitarios públicos a combatir futuros posibles brotes de COVID-19 y, aunque el margen fiscal es limitado, considera que pueden ser necesarios estímulos estatales a los sectores más afectados.
También recomienda fomentar el empleo estable con bajadas de impuestos laborales para incrementar la productividad y un crecimiento sostenible y mantener una política monetaria acomodaticia.