Yaqoob Ahmed Mubarak regresó a Moche para entregar 15 computadoras equipadas y una impresora, valorizadas en 8 100 dólares.

El empresario bareiní Yaqoob Yusuf Ahmed Mubarak regresó a Trujillo para cumplir su promesa: implementar la sala de cómputo del colegio nacional Ramiro Ñique de Moche, donde estudia el pequeño Víctor Angulo, quien se hizo conocido a nivel mundial tras ser captado repasando sus lecciones bajo de un poste de alumbrado público, ante la ausencia de energía eléctrica en su vivienda.

“La semana pasada estuvimos aquí y conocí a Víctor, quien me hizo sentir orgulloso. (…) y dijimos, vamos a regresar para cumplir las promesas que le hicimos a Víctor y a su escuela. La razón por la que estoy aquí hoy es él”, sostuvo el empresario árabe

En una ceremonia realizada en la plaza de armas del distrito de Moche, el filántropo firmó el contrato de compra-venta con E&E Support, proveedora de los equipos, a través del cual se establece el pago de 8 mil 100 dólares americanos por 15 computadoras equipadas y una impresora. Los ordenadores serán instalados en un nuevo ambiente de la institución educativa, que llevará el nombre del ahora embajador de la lectura, Víctor Angulo Córdova.

Así mismo, se presentó la representante de la compañía SGI Construcciones, Zayra Terán, quien estará a cargo del diseño y edificación de la vivienda del menor, así como de las remodelaciones que puedan hacerse en el plantel. Como se recuerda, el bareiní ofreció construir una casa de dos pisos al empeñoso escolar, así como donar dos mil dólares a su familia para iniciar un pequeño negocio.

“Cuando visité su casa, eso no era una casa. Pensaba, ¿qué pasa aquí cuando llueve? Por eso le ofrecí construir una nueva casa de dos pisos.  Y también prometimos que íbamos a construir un nuevo laboratorio que llevaría el nombre de Víctor”, sostuvo.

Recibió las llaves de la ciudad

El alcalde distrital de Moche, Arturo Fernández Bazán, agradeció los gestos del benefactor y entregó las llaves de la ciudad, así como una serie de reconocimientos con motivos moche, tanto a Ahmed Mubarak como a su traductor y socio, el mexicano Gilberto Rosas Landa. Incluso, Fernández Bazán se animó a brindar un discurso de agradecimiento en inglés.