Hasta ahora, política del régimen ha sido mover a sus mismas fichas en altos cargos del Ejecutivo. 

Mientras el país intenta recuperarse del apagón eléctrico más largo en décadas, y asfixiado por las sanciones económicas impuestas por EE. UU. y la presión de la comunidad internacional, el líder del régimen venezolano, Nicolas Maduro, anunció una “reestructuración profunda de los métodos y funcionamiento” de su Gobierno a fin de “blindar” al país ante cualquier “amenaza”. 

El anuncio fue hecho por su vicepresidente, Delcy Rodríguez, a través de su cuenta de Twitter. 

Rodríguez, quien ya había sido canciller, aseguró que el cambio busca “una reestructuración profunda de los métodos y funcionamiento del gobierno bolivariano para blindar la Patria de Bolívar y Chávez ante cualquier amenaza”.

Pero son pocos los que creen que la decisión marcará diferencias en la crisis, pues a través de los años que Maduro se ha mantenido en el poder, en esos cambios ministeriales suelen predominar los enroques: un influyente grupo de dirigentes que se alterna el ejercicio de altos cargos, aún sin estar técnica y profesionalmente preparados para dirigir esas áreas.

Es decir, sin caras nuevas ni personajes que lleguen a darle un giro a la situación sino, dicen los analistas, una estrategia de los mismos con las mismas. 

Una de las movidas más recientes se produjo a medidos de junio de 2018, luego de las cuestionadas elecciones en las que el mandatario fue reelegido para el periodo 2019-2025. Rodríguez asumió la vicepresidencia en lugar de Tareck El Aissami, quien a su vez fue nombrado vicepresidente de Economía.

En ese momento, Maduro prometió que los cambios buscaban “una revolución económica”, en medio de la más grave crisis socioeconómica en la historia moderna venezolana, con escasez de alimentos y medicinas e hiperinflación. Casi un año después, la situación está peor. 

La movida en el gabinete, así, apuntaría a venderles a los venezolanos la idea de que el régimen está tomando medidas, aunque no necesariamente esto sea cierto. 

Cabe recordar, que con Maduro en el poder, la cuota castrense en el Ejecutivo llegó a 43,7 por ciento en 2017 y hoy se ubica en 26,4, según la ONG Control Ciudadano. De 32 ministros, nueve son militares y dirigen carteras como Defensa, Interior, Agricultura y Alimentación, además de la petrolera PDVSA -que aporta el 96 por ciento de los ingresos del país- y el servicio de inteligencia. Sin duda, concesiones que ha brindado para sostenerse en el poder.

En medio del fallo eléctrico se vieron afectadas las comunicaciones, el transporte, los comercios y el suministro de agua. Según el Gobierno de Maduro, un “ataque cibernético” de EE. UU. a la sala de control de la principal central hidroeléctrica del país, el Guri, ubicada en el estado Bolívar (sur), causó el fallo que se extendió a toda la red eléctrica. 

Maduro, quien más tarde retuiteó el escrito de la vicepresidenta, acusó a John Bolton, asesor de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de dirigir el “ataque al sistema eléctrico” desde las ciudades de Houston y Chicago, asegurando que tiene pruebas.

Pero la oposición apunta a la ineptitud y la mala administración de millonarios recursos como la verdadera causa de la emergencia eléctrica venezolana. El Ejecutivo venezolano insiste en que el fallo ocurrió por un “sabotaje” y un “ataque terrorista” de EE.UU. y por ello ordenó reforzar la seguridad en las subestaciones eléctricas, vigiladas desde hace años.

El sábado, en una visita a los trabajadores de la estatal eléctrica Corpoelec, en el sureño estado Bolívar, Maduro prometió una reestructuración de la empresa y la creación de una unidad en las fuerzas armadas centrada en proteger la infraestructura clave de los denominados “ataques cibernéticos”.