Ofreció lo mejor de sí en su show en la capital. El público fiel y nostálgico salió satisfecho.

Con una noche despejada y brillante, sin frío, como aliada, el cantante mexicano Luis Miguel dio su esperado concierto este sábado 16 de marzo, en el Estadio Nemesio Camacho El Campín, de Bogotá. 

Allí, 31.000 espectadores (muchos de estos alcanzaron a conseguir boletas en el último momento en las taquillas del mismo estadio) fueron testigos de que Luis Miguel, a sus 48 años, es una estrella que sigue en forma. Su voz subió y bajó y demostró su potencia a lo largo de poco más de dos horas, acallando toda crítica sobre el estado de su voz que haya trascendido desde sus conciertos previos.

En otros conciertos de la gira ‘México por siempre’ el artista se hizo esperar hasta una hora. En Bogotá, la espera no fue tanta: Luis Miguel estaba en la tarima del Campín, a las 8:50 p. m., en un concierto con sillas numeradas, en el que la organización, Ocesa, advirtió que por primera vez se permitía ofrecer cerveza y otras bebidas alcohólicas (además de una oferta mejorada de comidas, a cargo de reconocidos restaurantes, dentro del Estadio).

El preámbulo a la aparición del cantante, con las primeras imágenes proyectadas en las pantallas, generó el esperado grito de histeria, que no deja de sorprender. El sentimiento de los seguidores se sentía desde antes, en la forma como iban manifestando su admiración eterna -a veces desde la infancia- en redes sociales, donde subían fotografías de su presencia en el concierto.

La lista de canciones fue la esperada. El espectáculo siguió, en su mayoría, el repertorio establecido en los conciertos de Chile, Argentina, Paraguay y Perú:  ‘Amor, amor’, ‘Devuélveme el amor’ y ‘Suave’ estuvieron entre las primeras interpretaciones.